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SANTOS PAPIA Y MAURO, SOLDADOS, MÁRTIRES EN LA VÍA NOMENTANA

 SANTOS PAPIA Y MAURO, SOLDADOS, MÁRTIRES EN LA VÍA NOMENTANA



Sobre la Vía Nomentana, en el Coemeterium Maius, fueron sepultados dos soldados romanos que vivieron durante las persecuciones de Diocleciano: Papías y Mauro. Fueron martirizados por haberse convertido al cristianismo. Son los santos patronos de la Congregación del Oratorio de San Felipe Neri.

Santos Papías y Mauro, mártires


fecha de inscripción en el santoral: 29 de enero

†: c. s. III - país: Italia

canonización: pre-congregación

hagiografía: Abel Della Costa


Elogio: En Roma, en el cementerio Mayor de la vía Nomentana, santos mártires Papías y Mauro, soldados.

 



Los santos mártires Papías y Mauro son mencionados en casi todos los martirologios históricos antiguos (Usuardo, Adón, Notkero, Beda, Rabano, Canisio, y otros), en fecha del 29 de enero, y, con pocas variantes, se dice de ellos que eran soldados, que dieron su testimonio de Cristo en Roma ante el prefecto Laudicio, y que fueron apedreados, empalados, finalmente atormentados con plomo derretido, y que fueron enterrados por los cristianos en las catacumbas de la Via Nomentana. 

La tradición sobre ellos es antigua y firme, aunque lamentablemente se ha entretejido con unas actas legendarias que hacen hoy difícil establecer los hechos en detalle. Estas actas cuentan que Papías y Mauro eran soldados paganos, que se convirtieron en presencia del testimonio de los mártires Saturnino y Sisinio, y se pusieron a gritar "Verdadero Dios es el Señor Jesucristo"; fueron apresados, luego bautizados por el papa san Marcelo, y finalmente dieron su testimonio cruento de la fe (del que las supuestas actas dan, naturalmente, todos los detalles).


Es difícil establecer a qué persecución pertenecieron, ya que el nombre del prefecto no está atestiguado, ni las referencias a Saturnino (del siglo III) y Marcelo (del siglo IV) son coherentes; pero lo más probable es que hayan muerto en la persecución de Decio, a mediados del siglo III. Sus reliquias fueron trasladadas por el papa san Sergio, en el siglo VII, a la iglesia de los Santos Silvestre y Martino en el Monte, en el 835 una parte de esas reliquias fueron a Fulda, en Alemania, donde también son trasladadas más tarde, y una parte va a Bélgica; mientras que lo que quedó en Roma fue traladado en 1590 a la iglesia de Santa María y San Gregorio en Vallicella (la actual Chiesa Nuova en Corso Vittorio Emanuele II).


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