Ir al contenido principal

S. TOMÁS BECKET, OBISPO DE CANTERBURY, MÁRTIR

 S. TOMÁS BECKET, OBISPO DE CANTERBURY, MÁRTIR





s. Tomás Becket


De hombre de Estado a mártir por amor a Cristo y a la Iglesia. Canciller del soberano inglés Enrique II, convertido en obispo de Canterbury afronta a su amigo el rey para defender la verdad y la libertad. Viene asesinado en la Catedral de la ciudad el 29 diciembre 1170. 


S. TOMÁS BECKET, OBISPO DE CANTERBURY, MÁRTIR


29 diciembre


s. Tomás Beckets. Tomás Becket  (© Biblioteca Apostolica Vaticana)


“Acepto la muerte por el nombre de Jesús y por la Iglesia”. Cuando poco antes de morir, Tomas Becket pronuncia estas palabras se realiza una parábola extraordinaria de testimonio cristiano. Aquel que había sido un hombre de poder, habituado a mandar, muere como siervo de Cristo y mártir a fin de no renegar de la y de custodiar la libertad de la Iglesia Católica.


Hombre de Estado


Nacido en Londres en 1.118 de una familia de origen normanda, Tomas desde joven fue iniciado en la carrera eclesiástica. Formándose en la abadía de Merton, estudia seguidamente en Francia, en la universidad de Bolonia y se distingue inmediatamente por sus cualidades intelectuales. En 1.154 se convierte en diácono de de la diócesis de Canterbury y el año después, el nuevo rey de Inglaterra Enrique II lo nombra canciller del reino. Tomas es el hombre de más confianza del monarca, vive una vida agitada y no desdeña los símbolos y los privilegios de poder. Sin embargo el futuro santo no deja de ser generoso con los pobres y muestra una libertad interior también frente al soberano del que se convierte no solo en consejero, sino también en amigo.


Al servicio de la Iglesia


La conversión en la vida de Tomas Becket sucede  en 1.161 cuando acepta ser el arzobispo de Canterbury. Aquel nombramiento es fuertemente apoyado por el rey Enrique II que jamás hubiera pensado encontrar un fuerte adversario en aquel que una vez era su más estrecho colaborador. Tomas es ahora servidor del Señor que es más grande que el rey de un Estado terreno. El contraste se acentúa cuando Enrique II quiere limitar la libertad y la independencia de la Iglesia católica en Inglaterra, con las Constituciones de Clarendon. A Tomas se le pide firmar la Carta para limitar las prerrogativas de la Iglesia, pero encuentra un baluarte insuperable en el nuevo arzobispo de Canterbury. La imposición viene rechazada con decisión: “En el nombre de dios omnipotente, no pondré mi sello”. El amigo de un tiempo se transforma así, a los ojos del rey, en acérrimo enemigo.


Mártir de la fe y de la libertad


Tomas conocerá la amargura del exilio: después de ser huésped en un monasterio cisterciense tendrá que repararse en Francia. Aquí permanecerá seis años lejos de su patria. Cuando regresa a su Canterbury encuentra la alegre recepción de los fieles, pero una aversión todavía más profunda de parte de la Corona. Se cuenta que un día Enrique II había exclamado que alguno lo liberara de aquel obispo incómodo. Una  exhortación tomada de ña carta de cuatro caballeros que partieron de Londres hacia Canterbury. Tomas Becket fue asesinado bárbaramente a cuchilladas al interior de su catedral. Era el 29 diciembre 1.170. Si narra que a la pregunta de los asesinos “¿Dónde está Tomás el traidor?” Respondió: “Estoy aquí, pero no como traidor, sino como obispo y sacerdote de Dios”. La conmoción suscitada por este asesinato fue inmensa, más allá de los confines de Gran Bretaña, tanto que solo tres años después, el 21 febrero de 1.173, el Papa Alejandro III consagra su martirio elevándolo al honor de los altares.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Secuencia

  Secuencia Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.   Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre,   si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo,   doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.   Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos; por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno.

BEATA LUDOVICA ALBERTONI, VIUDA ROMANA

  BEATA LUDOVICA ALBERTONI, VIUDA ROMANA 01 febrero De noble familia romana, Ludovica Albertoni sufrió un matrimonio forzado y, solo al enviudar pudo realizar su vocación de servicio a los pobres como Terciaria Franciscana, trabajando por la educación de mujeres jóvenes en peligro. Roma la recuerda por la espléndida escultura que Bernini le dedicó.  "En el pasado fui más de mi marido que de mi misma, por lo que no pude dedicarme a ti, oh Jesús. Ahora que vivo sola, dejo de ser mía para ser toda tuya". Nunca fue fácil nacer en una familia noble: es cierto que así se garantizaba la sobrervivencia, pero en aquellos tiempos había tambièn obligaciones muy pesadas a las que había que someterse. Ludovica, nacida en 1474 de los patricios romanos Stefano Albertoni y Lucrezia Tebaldi, lo sabía muy bien y en la plenitud de su juventud tuvo que renunciar a su verdadera vocación para contraer un matrimonio impuesto por sus padres. La oración como una escuela de vida Pero vayamos en orden.

SAN ALEJANDRO, OBISPO DE JERUSALÉN Y MÁRTIR

  SAN ALEJANDRO, OBISPO DE JERUSALÉN Y MÁRTIR Originario de Capadocia, Alejandro fue obispo de la Ciudad Santa de Jerusalén, de la cual tomó el cuidado pastoral fundando una biblioteca y una escuela. Cuando recomenzó la persecución contra los cristianos bajo el emperador Decio, fue encarcelado y murió en 250, a causa de inauditas privaciones.  De una familia pagana, Alejandro recibió una esmerada educación cultural. Se convirtió al cristianismo después de haber entrado en contacto con varios movimientos religiosos y filosóficos de la época. De Capadocia se trasladó a Alejandría, Egipto, donde florecía la escuela Didaskaleion, dirigida por Panteno el Siculo y luego por Clemente alejandrino. Llegó a Jerusalén en 212 como coadjutor del obispo, al que sucedió. El "caso" Orígenes Alejandro gobierna en Jerusalén como un pastor atento sobre todo a las necesidades culturales de sus ovejas: en la Ciudad Santa fundó una biblioteca y una escuela siguiendo el modelo de Alejandría. Durant